En este escrito describimos la DEIDAD compuesta por dos Seres Divinos: Dios Padre y Jesús su Hijo Divino, como nos revelan las Escrituras bíblicas de manera simple y literal.
Jesús dijo en una ocasión:
«Oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, gracias por esconder estas cosas de los que se creen sabios e inteligentes y por revelárselas a los que son como niños. Sí, Padre, te agradó hacerlo de esa manera.
Mi Padre me ha confiado todo. Nadie conoce verdaderamente al Hijo excepto el Padre, y nadie conoce verdaderamente al Padre excepto el Hijo y aquellos a quienes el Hijo decide revelarlo». (Lucas 10:21-22)
A medida que seguimos leyendo, descubriremos sorprendentemente quién (o qué) es realmente el Espíritu Santo.
Jesús es el Hijo Divino y Heredero de Dios Padre
Según las Escrituras, Jesús es literalmente el Hijo Divino y Heredero de Dios su verdadero Padre, a quien ama y sirve desde el principio de su existencia.
(Ver Salmo 2:7-12; Proverbios 30:4; Mateo 16:13-17; 26:63-64; 27:42-43, 54; Marcos 1:1-3; 14:61-62; Lucas 1:31-33; Juan 1:14; 3:14-18; 11:4, 27; 20:30-31.)
Esto quedó claramente registrado en el libro de los Hechos y en las cartas de los Apóstoles dirigidas a los creyentes, después de que Jesús subiera de regreso al Cielo, en el lugar de honor a la derecha de su Padre Celestial (Hechos 2:32-35).
(Ver Hechos 7:55-56; 9:18-20; Romanos 1:1-5; 5:8-11; 8:3, 16-17, 29-34; 1Corintios 1:9; 2Corintios 1:3, 18-20; 11:31; Gálatas 1:15-16; 2:20; 4:4-7; Efesios 1:3, 17; 4:11-13; Filipenses 2:15-20; Colosenses 1:3-4, 12-14, 18-20; 1Tesalonicenses 1:9-10; Hebreos 1:1-9; 3:1-6; 4:14-16; 5:5-10; 6:4-6; 7:1-4, 20-28; 10:26-31; 2Pedro 1:16-18; 1Juan 1:1-3; 2:22-25; 3:7-8, 21-24; 4:7-16; 5:4-5, 9-13, 20; 2Juan 1:3; Apocalipsis 1:5-6; 14:1.)
Jesús es el Mesías, Siervo y Profeta de Dios Padre
Según las Escrituras, Jesús es literalmente el Mesías (Cristo o Ungido), Siervo y Profeta de Dios Padre. Jesús fue designado, ungido y enviado al mundo por Dios su Padre.
(Ver Salmo 2:1-6; Miqueas 5:2-4; Mateo 12:15-21; 13:57; 16:13-17; 21:10-11; Marcos 1:1-3; 14:61-62; Lucas 4:23-24; 7:15-17; 13:31-33; 24:13-21; 26:63-64; Juan 4:16-26, 43-45; 6:14-15; 7:40-42; 11:27; 20:30-31.)
Esto quedó claramente registrado en el libro de los Hechos y en las cartas de los Apóstoles dirigidas a los creyentes, después de que Jesús subiera de regreso al Cielo, en el lugar de honor a la derecha de su Padre Celestial (Hechos 2:32-35).
(Ver Hechos 2:36; 3:13-15, 22-23; 4:23-31; 5:41-42; 7:37-38; 9:22; 17:1-4; 18:4-6, 27-28; Romanos 3:24; 1Corintios 1:4; 2Corintios 2:14; Gálatas 2:4; Efesios 1:1; 5:5; Filipenses 1:1; Colosenses 1:4, 28; 1Tesalonicenses 2:14; 1Timoteo 1:2, 12, 14-15; 2Timoteo 1:1, 9, 13; Filemón 1:6, 23; 1Juan 2:22; 5:1; Hebreos 5:4-6; Apocalipsis 11:15; 12:10.)
Dos Dioses en Naturaleza
Jesús, el cual es la Palabra Viviente (Portavoz) del Dios Supremo, ya existía en el principio antes de la Creación, y estaba con su Padre, quien es Dios en Naturaleza (Ser Divino) y Dios Supremo en Posición, y está por encima de todo. Jesús mismo era también Dios en Naturaleza (Ser Divino) como su Padre. Jesús, el Hijo Divino, ya existía en el principio y estaba con su Padre Divino, y juntos crearon los Cielos y la Tierra.
(Ver Juan 1:1-5; Juan 3:31-35; 17:1-5; 1Juan 1:1-4; 1Corintios 8:6.)
Nótese que la palabra “DIOS” en griego es “TEOS”, la cual significa “Dios Supremo en posición” como es el Padre celestial; también significa “un ser con naturaleza divina” como es Jesús y también los ángeles; y también significa “un dios pagano cualquiera”. Y lo que el apóstol quería expresar realmente en Juan 1:1-5, es que Jesús —la Palabra Viviente (Portavoz)— era Dios en Naturaleza (Ser Divino) que estaba al lado de su Padre —el Dios Supremo en Posición— creando el mundo juntos. Jesús fue el primer y el único Ser divino que fue engendrado (generado) directamente del Padre, ya desde un principio antes de la Creación (Colosenses 1:15-17).
Las Escrituras mismas cuentan en el Salmo 82 que el Dios Supremo estaba una vez exhortando a ciertos ángeles, a quienes llamaba “Dioses”, pues eran Hijos del Altísimo. (Jesús mismo hizo referencia de ello en Juan 10:34-38.)
Dos Señores Divinos y dos Reyes Divinos
Dios Padre —el Dios de dioses— es también Señor de todos los señores y Rey de todos los reyes (Salmo 136:2; 138:1; 1Timoteo 6:13-16). Jesús dijo que su Padre es Señor (Dueño) del Cielo y de la Tierra (Mateo 11:25-26). Y por su propia voluntad, el Padre había hecho a su Divino Hijo Jesús: Señor (Maestro), Mesías (Ungido) y Heredero de todas las cosas. Por lo tanto, Jesús es también Señor de todos los señores y Rey de todos los reyes (Juan 18:37; Hechos 2:36; 10:36; Hebreos 1:1-3; Judas 1:4; Apocalipsis 17:13-14; 19:15-16).
«Puede que existan esos llamados «dioses» tanto en el Cielo como en la Tierra, y algunas personas de hecho rinden culto a muchos dioses y a muchos señores. Pero para nosotros: Hay un Dios, el Padre, por quien todas las cosas fueron creadas y para quien vivimos; y hay un Señor, Jesús el Mesías, por medio de quien todas las cosas fueron creadas y por medio de quien vivimos».
(1Corintios 8:5-6)
Jesús es la Luz del Dios Supremo lleno de Gloria
Jesús es la LUZ que procede del Padre de las Luces, el Dios Supremo, el cual está rodeado de una inmensa GLORIA eterna. Jesús es la Luz —el Día— que el Padre generó para destruir la Oscuridad —la Noche (el reino del diablo). Jesús, el Hijo Divino, fue enviado al mundo por el Padre para iluminar nuestros corazones y para proclamar la Verdad del Padre. Dios, por su propia voluntad, nos hizo nacer de nuevo por medio de la Palabra Viviente de Verdad que nos dio —su propio Hijo Jesús—, para que, de toda la creación, nosotros llegásemos a ser su más valiosa posesión
(Ver Génesis 1:3-5; Salmo 118:22-24; Juan 1:4-9, 14, 18; 3:16-21; 8:12; 9:4-5; 11:9-10; 12:35-36, 46; 17:1-5; Efesios 1:17; 2Corintios 4:6; 1Tesalonicenses 5:1-11; 1Timoteo 6:15-16; Santiago 1:17-18; 1Juan 3:8; Apocalipsis 21:22-23.)
Dios Padre es Eterno y sin origen. Jesús es Eterno desde su origen
Dios Padre es el Dios Eterno y existe desde siempre. Su Hijo Jesús, el cual es su Palabra Viviente (Portavoz), es también Eterno desde que fue engendrado (generado) por Dios su Padre literal en algún momento en la eternidad. O sea que Dios Padre no tiene origen, pero Jesús sí lo tuvo en algún momento antes de la Creación. Dios lo engendró (generó) para que juntos pudieran crear este mundo en el que vivimos.
En Proverbios 8:22-31, la Palabra de Dios dice:
«El SEÑOR me FORMÓ desde el comienzo, antes de crear cualquier otra cosa. Fui nombrado desde la eternidad, en el principio mismo, antes de que existiera la tierra. Nací antes de que los océanos fueran creados, antes de que brotara agua de los manantiales. Antes de que se formaran las montañas, antes que las colinas, yo nací, antes de que el SEÑOR hiciera la tierra y los campos y los primeros puñados de tierra. Estaba presente cuando él estableció los cielos, cuando trazó el horizonte sobre los océanos. Estaba ahí cuando colocó las nubes arriba, cuando estableció los manantiales en lo profundo de la tierra. Estaba ahí cuando puso límites a los mares, para que no se extendieran más allá de sus márgenes. Y también cuando demarcó los cimientos de la tierra, era el ARQUITECTO a su lado. Yo era su constante deleite, y me alegraba siempre en su presencia. ¡Qué feliz me puse con el mundo que él creó; cuánto me alegré con la familia humana!»
Nótese que en este pasaje aparece la Sabiduría, a quien el Señor Dios formó desde el comienzo antes de la creación de los Cielos y la Tierra. Dice además que la Sabiduría era el Arquitecto creando todo al lado de Dios. ¿Quién es esta Sabiduría? Si leemos 1Corintios 1:24 y 30, vemos que Jesús es en efecto la Sabiduría (la Palabra Viva) de Dios Padre:
«Sin embargo, para los que Dios llamó a la salvación, tanto judíos como gentiles, Cristo es el poder de Dios y la SABIDURÍA de Dios.
Dios los ha unido a ustedes con Cristo Jesús. Dios hizo que él fuera la SABIDURÍA misma para nuestro beneficio. Cristo nos hizo justos ante Dios; nos hizo puros y santos y nos liberó del pecado.»
(Ver Génesis 1:3-5; Juan 1:1-3; 17:1-5; 18:3; Proverbios 30:4; Colosenses 1:15-17; Hebreos 1:10-12.)
Dios Padre es el origen de Jesús, y el hombre es el origen de la mujer
Jesús es el único Hijo engendrado (generado) de Dios Padre, y por tanto es también Dios en Naturaleza (Ser Divino) porque PROVIENE directamente de su Padre Divino. Jesús mismo dijo en varias ocasiones que Él PROCEDÍA de Dios, quien era en realidad su propio Padre, haciéndose así igual a Dios en Naturaleza como su Padre. Es decir, Jesús había heredado la misma autoridad y poder de su propio Padre Celestial (Juan 13:3).
(Ver Juan 5:17-18; 7:29; 8:42; 16:27; 17:6-8.)
El PADRE y el HIJO crearon al hombre a la imagen y semejanza de Ellos: HOMBRE y MUJER los crearon. Y de la misma manera que Jesús era Divino como el Padre porque PROVIENE directamente de su Padre, también la mujer era humana como el hombre porque ella PROVIENE directamente de su esposo. Por eso mismo dicen las Escrituras que el hombre es la cabeza u origen de su mujer, y Dios Padre es la cabeza u origen de su Hijo Jesús. En otras palabras, la mujer es la esposa y servidora de su marido, y Jesús es el Hijo y Servidor de su Padre.
(Ver Génesis 1:26-27; 2:18-24; 1Corintios 11:3, 7-10.)
De la misma manera que la mujer es humana porque procede directamente de la costilla del hombre, el cual es también humano, así también Jesús es Dios en Naturaleza (Ser Divino) porque procede directamente del seno del Padre, el cual es también Dios en Naturaleza (Ser Divino) (Juan 1:18). Concluimos, pues, que como el hombre y la mujer son dos humanos en naturaleza —pero a la vez uno en la unidad que les envuelve el Espíritu Divino—, así también el Padre y el Hijo son dos Dioses en Naturaleza (Seres Divinos) —pero a la vez Uno en la unidad que les envuelve el Espíritu Divino (Juan 17:20-26).
El Padre es la Fuente Invisible y Jesús es el Canal Visible
Dios Padre es el Dios Supremo en Posición —el Dios Soberano, Invisible e Inmortal—, el cual está por encima de todo y es la FUENTE Invisible de toda existencia, incluyendo la de Jesús, su único Hijo engendrado. Sin embargo, Jesús tenía toda la la gloriosa y eterna naturaleza de Dios su Padre desde el principio de su existencia, lo que lo convierte también en Dios en Naturaleza (Ser Divino) como su Padre. De hecho, Jesús es el CANAL y el FILTRO Visible que expresa el carácter mismo de Dios Padre. Él es la imagen visible de un Dios invisible que ningún ser humano ha visto jamás (excepto Jesús mismo), que nunca ha muerto y que resucitó a Jesús de los muertos.
(Ver Juan 1:18; 3:31-35; 5:37; 6:45-46; 8:38; Hechos 2:32; 4:10; 2Corintios 4:3-6; Colosenses 1:15; 1Timoteo 1:17; 6:15-16; Hebreos 1:1-5; 1Juan 4:12.)
Dios Padre envió a Jesús su Hijo Divino al mundo y lo hizo Ser Humano
Jesús era en un principio un Ser Espiritual Divino como Dios Padre. Pero fue hecho un Ser Humano como nosotros los humanos cuando su Padre lo envió al mundo naciendo de mujer (Juan 1:14; Romanos 8:3; Gálatas 4:4-5; Hebreos 2:14-18). Sin embargo, Jesús dijo que su Padre —el Dios Supremo— es Espíritu, es decir un Ser Espiritual Divino, y que por eso hay que adorarlo en espíritu y en verdad, y en todo momento y lugar (Juan 4:23-24).
Jesús mismo dijo en repetidas ocasiones que Él era también el HIJO del HOMBRE —es decir, Ser Humano— que vendrá al final de los tiempos con su cuerpo humano glorificado para juzgar y restaurar el mundo entero (Mateo 26:64; Marcos 14:62; Lucas 22:69).
(Ver Mateo 8:20; 9:6; 10:23; 11:19; 12:8, 32, 40; 13:41; 16:13, 27-28; 17:9, 12, 22; 18:11; 19:28; 20:18, 28; 24:27, 30, 37, 39, 44; 25:13, 31; 26:2, 24, 45, 64.)
De hecho Jesús estaba citando en Mateo 26:64 lo que el profeta Daniel había visto en visión acerca de un Hijo del Hombre (el Mesías) acercándose y recibiendo autoridad del Anciano (Dios Padre):
«Mientras continuó mi visión esa noche, vi a alguien parecido a un Hijo de Hombre descender con las nubes del cielo. Se acercó al Anciano y lo llevaron ante su presencia. Se le dio autoridad, honra y soberanía sobre todas las naciones del mundo, para que lo obedecieran los de toda raza, nación y lengua. Su gobierno es eterno, no tendrá fin. Su reino jamás será destruido.»
(Daniel 7:13-14)
Después de su muerte, el cuerpo de Jesús fue vivificado y glorificado por el poder del Espíritu de su Padre (Romanos 8:11). Y Dios exaltó a Jesús por su fiel obediencia y gran sacrificio haciéndole Señor de todo (Filipenses 2:5-11). Así que actualmente Jesús es el HIJO de DIOS como Ser Divino poderoso, pero es también el HIJO del HOMBRE como Ser Humano glorificado (Hechos 7:56; 17:30-31; Romanos 5:15; 1Corintios 15:45-47; 1Timoteo 2:5).
Jesús fue enviado por Dios Padre para hacer su voluntad y terminar su obra
Jesús —el Hijo Divino y Humano— dijo en varias ocasiones que fue ENVIADO por su Padre al mundo para proclamar su Verdad, y también para sufrir y entregar su vida por nosotros, a fin de salvarnos de la naturaleza pecaminosa que todos heredamos (a causa de la desobediencia y caída del primer hombre), y también de la consecuente maldición del pecado.
(Ver Juan 3:16-17, 34; 4:34-38; 5:23-24, 30, 37-38; 6:38-39, 44, 57; 7:16, 18, 28-29, 33; 8:16, 18, 26, 29, 42; 9:4; 10:36; 12:44-45, 49; 13:20; 14:24; 16:5; 20:21.)
En una ocasión, Jesús dijo a la multitud que Él era el Pan de Vida que Dios Padre había enviado del Cielo para darnos vida eterna (Juan 6:35-40). También dijo que su Padre era más grande que Él, porque el enviado no es superior al que lo envía (Juan 10:27-29; 13:16; 14:28).
Jesús dijo también que solo su Padre —quien es más grande y poderoso que Él— es el que decide quién estará a la derecha y a la izquierda de Jesús en el trono. También dijo que Él no sabía nada, sino que solo su Padre sabe el día y la hora que Él va a regresar en la autoridad de su Dios y Padre (Mateo 20:23; Marcos 13:11-32).
Jesús dijo una vez a la multitud que estaría un poco más de tiempo con ellos, y que luego volvería al que lo envió (Dios Padre) (Juan 7:33-34). Justo antes de ser entregado y martirizado, Jesús oró a su Padre Celestial diciendo que Él le había dado la gloria aquí en la Tierra, al terminar la obra que le encargó; y le pidió que le llevara a la gloria que había compartido con Él (Dios Padre) antes de que comenzara el mundo (Juan 17:4-5).
El Padre estaba con Jesús en la Tierra a través de su propio Espíritu Santo
Jesús en la Tierra tenía la naturaleza sin pecado de Dios Padre al nacer, y después recibió la plenitud del Espíritu del Padre sobre Él en el bautismo —para poder obrar milagros y anunciar la Buena Noticia del Reino Celestial y de Salvación, y dar su vida por todos nosotros (Mateo 12:18; Lucas 1:35; 3:21-22; 4:14-20; Juan 14:8-21; 17:20-26; Hechos 10:36-38; Colosenses 1:19-22).
De hecho, el Espíritu Divino, que es además Santo y Séptuple, es en sí la gloriosa naturaleza, la santa presencia y el milagroso poder de Dios Padre y también de Jesús, pues lo heredó de su Padre. Es el mismo Espíritu del Padre que levantó a Jesús de los muertos y que también fue enviado por toda la Tierra y se vertió sobre nosotros, los creyentes nacidos de nuevo.
(Ver Génesis 1:1-2; Isaías 11:1-2; Mateo 10:19-20; Marcos 13:11; Lucas 1:35; 4:16-21; Juan 4:23-24; 14:16-21; 17:20-26; 20:19-22; Hechos 1:8; 2:16-21, 32-33, 38-39; 8:36-39; 10:36-38; 16:6-8; Romanos 8:9-17; 1Corintios 2:10-12; 2Corintios 1:21-22; 3:16-18; Gálatas 4:4-7; Efesios 1:3-14; Filipenses 1:18-19; 1Tesalonicenses 4:7-8; Apocalipsis 4:5; 5:6.)
En 1 Corintios 2:10-12, leemos:
«Pero fue a nosotros a quienes Dios [el Padre] reveló esas cosas por medio de su Espíritu. Pues su Espíritu investiga todo a fondo y nos muestra los secretos profundos de Dios. Nadie puede conocer los pensamientos de una persona excepto el propio espíritu de esa persona y nadie puede conocer los pensamientos de Dios excepto el propio Espíritu de Dios. Y nosotros hemos recibido el Espíritu de Dios (no el espíritu del mundo), de manera que podemos conocer las cosas maravillosas que Dios nos ha regalado.»
Y en 2 Corintios 3:16-18, leemos:
«En cambio, cuando alguien se vuelve al Señor [Jesús], el velo es quitado. Pues el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Así que, todos nosotros, a quienes nos ha sido quitado el velo, podemos ver y reflejar la gloria del Señor. El Señor, quien es el Espíritu, nos hace más y más parecidos a él a medida que somos transformados a su gloriosa imagen.»
El Divino Espíritu Santo es el canal espiritual a través del cual Dios y Jesús nos hablan y nos fortalecen, nos enseñan y nos revelan la verdad de la Palabra Divina, nos guían y nos muestran lo que debemos decir y hacer —e incluso lo que sucederá—, y nos dan poder para hacer sanidades, milagros y maravillas (Mateo 10:19-20; Marcos 13:11; 16:17-20; Juan 14:12, 15-26; 16:13-15; Hechos 4:29-31; 8:26-29; 16:6-10; 1Corintios 14:1-4; 1Juan 2:26-27; Judas 1:20-21).
La relación de Jesús y sus discípulos con el Espíritu Santo
Debemos notar que Jesús y sus discípulos nunca adoraron ni pidieron nada al Espíritu Santo en oración, sino sólo al Padre y Dios Supremo (Mateo 6:7-15; Juan 4:23-24; 16:23-24; capítulo 17; Hechos 4:23-31; Efesios 5:15-20; Filipenses 3:3; Colosenses 3:16-17).
¿Por qué Jesús y sus discípulos no adoraron ni pidieron nada al Espíritu Santo en oración? Porque el Espíritu Santo simplemente no es otra persona divina, sino la esencia misma de la parte espiritual interior de Dios y de Jesús, que fue derramada sobre todos sus seguidores (Hechos 2:1-18; 1Corintios 2:10-12).
Jesús dijo a sus discípulos que el Espíritu Santo que Él les enviaría no hablaría por sí mismo, sino que hablaría solo lo que Jesús mismo dijera, pues Jesús transmite las Palabras de Dios su Padre (Juan 16:13-15).
El Padre y Jesús eran Uno en unidad del Espíritu, y trabajaban siempre juntos para proclamar la verdad acerca del Reino Celestial y para mostrar las obras milagrosas. De hecho, Jesús dijo que Él hablaba y hacía los milagros en nombre de su Padre Celestial, y que sin Él no podía hacer nada. Así que, Dios Padre estaba constantemente con Jesús, mediante su propio Espíritu Divino, proclamando el mensaje del Reino y mostrando las obras milagrosas (Juan 3:31-35; 5:17-20, 43-44; 7:16-18; 8:27-29; 10:25-26, 30-38; 12:49-50).
Los religiosos fariseos acusaron una vez a Jesús que el testimonio de que Él era la Luz del mundo y que había sido enviado por Dios Padre, venía solo de Él y por tanto no era válido. Pero Él les respondió que su testimonio sí era válido, porque Él no estaba solo sino que el Padre estaba con Él, por medio del Espíritu de su Padre en Él. Dijo que la Ley establece que, si dos personas concuerdan en algo, su testimonio se acepta como un hecho. Siguió diciendo que Él era uno de los testigos, y que su Padre Celestial quien le envió era el otro (Juan 8:12-19).
Jesús dijo también que de la misma manera que Él estaba en el Padre y el Padre en Él, nosotros también íbamos a estar en Él y Él en nosotros, para que todos seamos Uno en la unidad que trae el Espíritu Santo de Dios (Juan 14:6-26; 17:20-26).
Dios Padre también dio testimonio al menos en un par de ocasiones, en voz alta y desde el Cielo a la multitud y a los discípulos, de que Jesús era su Hijo muy Amado que le trae gran gozo.
(Ver Mateo 3:16-17; 17:5-6; 2Pedro 1:16-18 ; 1Juan 5:9-12)
Saludos de Pablo en el nombre de Dios Padre y del Señor Jesús
¿Por qué el apóstol Pablo no reconoce ni menciona al Espíritu Santo en cada uno de sus saludos en sus cartas a los hermanos y hermanas en la fe? Como por ejemplo en Filipenses 1:2 :
«Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les den gracia y paz.»
¿Y por qué en 1 Timoteo 5:21 Pablo sólo reconoce y menciona a Dios y a Jesús, y luego en lugar de reconocer al Espíritu Santo menciona a los ángeles altísimos?
«Te ordeno solemnemente, en presencia de Dios y de Cristo Jesús y de los ángeles altísimos, que obedezcas estas instrucciones sin tomar partido ni mostrar favoritismo por nadie.»
¿Y por qué nuevamente en 2 Timoteo 4:1 Pablo sólo menciona a Dios y a Jesús?
«En presencia de Dios y de Cristo Jesús —quien un día juzgará a los vivos y a los muertos cuando venga para establecer su reino— te pido encarecidamente...»
La respuesta lógica es que el Espíritu Santo no es otra persona divina, sino el mismo Espíritu de Dios Padre y de Jesús el Mesías. Jesús lo recibió del Padre, así como nosotros lo hemos recibido también.
El Padre le dio a Jesús la autoridad en la Tierra para sanar y juzgar
Dios Padre —el Juez de todos (Hebreos 12:23)— le dio a Jesús —su Hijo Divino y Humano— la AUTORIDAD en la Tierra de SANAR, de levantar muertos y también de JUZGAR, para que Él fuera también honrado por todos así como todos honran a Dios Padre. De hecho, Jesús va a resucitar y a juzgar, durante su reinado en el dia del juicio, a los vivos y a los muertos en nombre de su Padre.
(Ver Juan 5:19-30; Hechos 10:42; 17:30-31; 2Timoteo 4:1, 8; Santiago 5:8-9; 1Pedro 4:4-5; Apocalipsis 2:11, 26-29; 3:5; 11:15-18; 20:11-15.)
Dios Todopoderoso resucitó a su Hijo y le dio la autoridad de ser Señor y Dios Poderoso
Jesús estuvo dispuesto a venir al mundo para cumplir la voluntad de su Padre. De hecho dejó de lado sus privilegios divinos que había tenido con su Padre y fue hecho humano como nosotros para dar su vida en rescate por muchos (Filipenses 2:5-8).
Jesús vivió una vida de entrega total como humano hasta el punto de llegar a morir en la cruz y ser enterrado, para así romper el poder del pecado sobre nosotros y liberarnos del temor a la muerte, a fin de que podamos ser reconciliados con su Padre (Hebreos 2:5-18).
Después de sufrir y morir, el Hijo de Dios fue levantado de los muertos al tercer día por el Espíritu de su Padre (Romanos 8:11; 1Corintios 15:3-4; Hebreos 5:7-10).
(Ver Hechos 2:22-32; 3:14-15; 4:10; 5:30; 10:39-42; 13:29-31; Romanos 8:34; Gálatas 1:1; Hebreos 13:12, 20; 1Pedro 3:21.)
Además, Dios Padre elevó a Jesús al lugar máximo de honor sentándole a su derecha, y le dio AUTORIDAD por encima de todo lo creado en el Cielo y en la Tierra (Salmo 110:1; Filipenses 2:9-11; Hebreos 8:1-2). Dios Padre —el Señor Dios Altísimo y Todopoderoso— hizo a Jesús SEÑOR y DIOS PODEROSO por encima de todo nombre, exceptuando el nombre del Padre (Isaías 9:6; Mateo 28:18; Juan 20:26-29; Hechos 2:36; Efesios 1:19-23; Hebreos 1:1-4, 8-9).
(Ver Salmos 2 y 45; Hechos 2:33-36; 5:31; 7:54-56; Romanos 8:32-34; Colosenses 3:1; Hebreos 10:11-14; 1Pedro 3:22; Apocalipsis 3:21.)
Dios Padre es el Dios y Padre y la Fuente de su Hijo Jesús
Debemos aclarar que aunque Jesús es Señor y Dios Poderoso por encima de todo, sin embargo NO está por encima de Dios Padre, quien es literalmente su propio Dios y Padre y la Fuente de toda existencia con autoridad sobre su propio Hijo (Salmo 22:9-10; Miqueas 5:3; Juan 20:17; 2Corintios 1:3; Efesios 1:3, 17; Hebreos 1:8-9; Apocalipsis 1:5-6; 3:12; 14:1).
Dios Padre dio autoridad a Jesús para que fuese Señor y Dios Poderoso sobre todas las cosas, y reine hasta que humille a todos sus enemigos debajo de sus pies (Salmo 110; Lucas 1:31-33). Jesús vencerá sobre todos sus enemigos al final de los mil años de su reinado sobre la Tierra (Apocalipsis capítulo 20). Entonces Jesús entregará el Reino de vuelta a su Padre para que Éste sea el único Dios Supremo sobre todas las cosas en todas partes.
Ver 1 Corintios 15:24-28 :
«Después de eso, vendrá el fin, cuando el Mesías le entregará el reino a Dios el Padre, luego de destruir a todo gobernante y poder y toda autoridad. Pues Cristo tiene que reinar hasta que humille a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el último enemigo que será destruido es la muerte. Pues las Escrituras dicen: «Dios ha puesto todas las cosas bajo su autoridad». (Claro que, cuando dice «todas las cosas están bajo su autoridad», no incluye a Dios mismo, quien le dio a Cristo su autoridad). Entonces, cuando todas las cosas estén bajo su autoridad, el Hijo se pondrá a sí mismo bajo la autoridad de Dios, para que Dios, quien le dio a su Hijo la autoridad sobre todas las cosas, sea completamente supremo sobre todas las cosas en todas partes.»
Jesús es el Primero en todo y nos reconcilió con su Padre
Jesús es el PRIMOGÉNITO de todo lo que ha sido creado por Dios. Él es el principio de todo, el primero en existir y el primero en ser resucitado de los muertos con un cuerpo glorioso por el Padre. Así que Él es el PRIMERO en todo. Dios Padre no solo puso a Jesús como creador de los Cielos y de la Tierra, sino que también lo puso por cabeza de su iglesia —nosotros los creyentes nacidos de nuevo (Colosenses 1:15-18).
De hecho, Dios, en toda la plenitud y por medio de su propio Espíritu, le agradó vivir en su Hijo; y por medio de Él, Dios RECONCILIÓ consigo mismo todas las cosas. Hizo la paz con todo lo que existe en el Cielo y en la Tierra, por medio de la sangre de su Hijo Jesús derramada en la cruz (Colosenses 1:19-23).
(Ver Hechos 10:34-43; Romanos 5:6-11; 2Corintios 5:14-21; Apocalipsis 1:5-6; 5:6-10.)
Por eso si queremos tener acceso a Dios Padre para amarlo y adorarlo, debemos primero arrepentirnos hacia Dios, y también someternos y seguir a su Hijo Jesús, el cual dio su vida por nosotros para que pudiéramos recibir el Espíritu de Dios, y tener por tanto directo acceso a Dios su Padre.
(Ver Juan 1:12; 14:6; 16:23-24; Marcos 8:34-38; Hechos 2:38-39; Efesios 2:14-18; 1Timoteo 2:5; Hebreos 1:8-9; 7:23-25.)
Jesús es el Cordero y Sumo Sacerdote de Dios Padre
Jesús es el CORDERO perfecto de Dios Padre —el Señor Dios Todopoderoso. Él lo envió como ofrenda para que quitara el pecado del mundo (Juan 1:29, 36; Apocalipsis 5:7-10; 21:22-23).
Dios lo hizo SUMO SACERDOTE al derramar su sangre por nosotros en la cruz, para que Él pudiera ser el Eterno Mediador que intercede constantemente ante Dios por nosotros los creyentes nacidos de nuevo (1Timoteo 2:5; Hebreos 4:14—5:10; 7:11-28; 8:1-13; 9:11-28; 12:22-24).
Debemos recalcar que Jesús en la Tierra era menor que los ángeles, pues era necesario que fuera enteramente humano como nosotros, a fin de poder llegar a ser nuestro misericordioso y fiel Sumo Sacerdote delante de Dios el Padre (Hebreos 2:9-18).
(Ver Romanos 8:26-39; Gálatas 4:1-7; Efesios 2:13-22; 1Juan 2:1-2.)
El Padre es el Dios Verdadero, y el Hijo es la Vida Eterna
Dicen las Escrituras que Dios Padre nos dio VIDA ETERNA, y esa Vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida eterna; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Y sabemos que el Hijo de Dios vino y nos dio entendimiento, para que podamos conocer al Dios Supremo y Verdadero —el Padre Celestial. Y ahora vivimos en comunión con el Dios Verdadero porque vivimos en comunión con su Hijo, Jesús el Mesías. El Padre es el único DIOS VERDADERO, y el Hijo es la VIDA ETERNA (1Juan 5:11-12, 20).
(Ver Juan 17:3; 1Corintios 1:9; 1Juan 1:3; 2:24-25.)
El Padre es el Dios Supremo y Todopoderoso. Jesús es el Hijo amado de Dios el Padre, quien le dio su naturaleza divina y la autoridad de ser además Dios Poderoso y Padre de Eterna Salvación.
(Ver Isaías 9:6-7; Hebreos 2:10-18; 12:1-4; Apocalipsis 4:8-11; 5:9-14.)
El Espíritu de Amor del Padre hacia su Hijo y hacia nosotros
Podemos ver el inmenso AMOR que tiene Dios Padre hacia su Hijo literal Jesús, al cual engendró y le dio los mismos atributos divinos de Él. Podemos también ver el inmenso AMOR de Dios Padre hacia nosotros al enviarnos y darnos a su Hijo Divino en sacrificio, para la redención de nuestros pecados y nuestra reconciliación con Dios, a fin de poder derramar sobre nosotros su propio ESPÍRITU lleno de AMOR celestial e inagotable.
(Ver Juan 1:12-14; 17:20-26; 1Juan 4:7-21.)
Oramos para que tú también puedas comprender y recibir profundamente el inmenso amor de nuestro Padre Celestial que derrama en nuestros corazones abnegadamente, a través de la fe y la obediencia a su único Hijo Divino Jesús, y a través del poder de su glorioso Espíritu Santo (su propia presencia espiritual).
(Ver Juan 17:22-26; Romanos 5:1-5; 2Corintios 2:13-14.)
Las Raíces, el Árbol, las Ramas y la Savia
He aquí una buena ilustración para ayudarnos a comprender mejor cuál es el lugar y la función del Padre, del Hijo, de nosotros los creyentes y del Espíritu Santo:
• Dios Padre es como las RAÍCES profundas ocultas a la vista de un gran árbol.
• El Señor Jesús es como el ÁRBOL fuerte y hermoso a la vista de todos.
• Nosotros los creyentes somos como las RAMAS visibles unidas al Árbol visible (el Señor Jesús).
• Y el Espíritu Santo es como la SAVIA interior o sustancia viva que viene y emana de las Raíces invisibles (Dios Padre) al Árbol visible (el Señor Jesús) y a las Ramas visibles (nosotros los creyentes).
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