En la Biblia aparecen numerosas profecías que
indican claramente que en los Postreros Días muchos creyentes apostatarán
de la fe (1Timoteo 4:1-6). O sea, renegarán de la sana
doctrina del Evangelio del Reino de Dios limitándose a vivir una fe
pasiva, transigente e inclinada a anhelar mera sabiduría humana y riquezas
materiales, en vez de sabiduría divina y poder de Dios (1Corintios 2; 2Corintios
8:9; Colosenses 3:1-7), siguiendo el mal ejemplo de aquellos falsos maestros de
la iglesia, los cuales manipulan la fe promoviendo entre los creyentes
pensamientos filosóficos de hombres, y también lo material, con el afán de
enriquecerse ellos mismos exigiendo diezmos a los miembros de sus
respectivas congregaciones, y también a través de sus propios libros que venden
masivamente a costa de los demás. (Ver Juan 10:7-13; 2Timoteo
3:1-9; 4:3-4; Mateo 7:15-27; 22:13-33; Marcos 12:38-40; 2Pedro 2; 2Corintios
11:3-4,13-15; Apocalipsis 3:14-22; Isaías 29:13; Ezequiel 22:23-31; 33:30-32;
34:1-6.)
La Palabra de Dios dice claramente que debemos apartarnos de esos
creyentes fraudulentos que están llenos de palabras persuasivas de sabiduría
humana y de codicia, y que no hacen caso de la sana doctrina del Evangelio,
para que no seamos partícipes de sus mismos pecados. Dice además que debemos
retener la sana doctrina de Jesucristo, los apóstoles y los profetas para poder
alcanzar la gloria de nuestro Señor en Su segunda venida, por medio de la
santificación del Espíritu Santo y la fe en la verdad de la Palabra de Dios
registrada en la Biblia. (Ver Mateo 10:34-39; 16:5-12; Lucas 9:23-26; 12:26-35;
Hechos 20:28-31; Romanos 16:17-20; 1Corintios 5; 2Corintios 6:14-18; Gálatas
1:6-9; Filipenses 3:1-3,17-19; Colosenses 2:8-9; 1Timoteo 1:3-7,18-20;
4:6-11; 6:3-21;
2Timoteo 2:14-16; 3:10—4:8; Tito 1:10-16; 3:8-11; Santiago 4:1-10; 2Pedro
1:16-21; 1Juan 2:15-29; 2Juan 9-11; Judas 3-4; Efesios 2:19-22; 2Tesalonicenses
2:13-17.)
Contrario a lo
que enseña la iglesia cristiana actual, la Palabra de Dios dice claramente que
Jesucristo no regresará ni arrebatará a los santos creyentes sin que antes
venga la apostasía —el abandono de la
sana doctrina del Evangelio del Reino
del Cielo por parte de muchos cristianos— y aparezca un hombre poderoso,
insolente, astuto y embaucador que se hará pasar por Dios, conocido principalmente
como el Anticristo (1Juan 2:18). Este
hombre malvado será poseído por el mismo Diablo (Satanás), el cual hará que se
fortalezca con gran poder, destruya de manera increíble y triunfe en todo lo
que haga. Destruirá a hombres poderosos y también a muchos del pueblo de Dios.
Pero él y sus seguidores serán finalmente destruidos por la mano de Jesucristo
en el momento de Su venida. (Ver 2Tesalonicenses 2:1-12; Daniel 8:23-25;
Apocalipsis 6:1-17.)
Los cinco últimos imperios
mundiales
En el libro de Daniel
capítulo 2, versículos 26 al 45 Nabucodonosor, rey de Babilonia, tuvo un sueño sobre una estatua. El profeta Daniel contó
e interpretó el sueño diciendo que su reino era la cabeza de oro de esta
estatua, y que después le iban a suceder otros cuatro gobiernos mundiales: Medio-Persia, gobierno simbolizado por
el pecho y los brazos de plata; Grecia,
por el vientre y los muslos de bronce; Roma,
por las piernas de hierro; y el Nuevo Orden
Secular —una sociedad secreta mundial y dividida entre la poderosa Roma y
la logia masónica, existente desde el año 1776, y que ha operado hasta muy
reciente bajo el disfraz de la democracia, según lo revela ‘THE GREAT SEAL’ (el gran sello) ubicado en el billete de
un dólar americano, donde se lee en números romanos y en latín: MDCCLXXVI y ‘NOVUS
ORDO SECLORUM’—, el cual está simbolizado por los pies y dedos de hierro (el imperio
debilitado de Roma) y de barro (la logia masónica). Los poderosos gobernantes
de este imperio se mezclan unos con otros por medio de alianzas humanas, pero
no pueden formar un solo cuerpo entre sí, como tampoco puede el hierro
mezclarse con el barro.
Daniel continuó relatando que esta estatua fue
destruida finalmente por una piedra que dio contra sus pies y
los destrozó, quedando la estatua convertida en polvo; y la piedra se
convirtió en una gran montaña que ocupó toda la tierra. E interpretó que,
durante el gobierno de estos oligarcas, el Dios Todopoderoso —por medio de Su
Hijo, el Rey Jesús— establecerá Su Reino que acabará por completo con
todos los demás reinos del mundo, y durará para siempre.
El Imperio y Supremacía de
Roma
Según la visión profética —en el libro de Apocalipsis
capítulo 13, versículos 1 y 2— que el apóstol Juan recibió durante el gobierno
de Roma, una bestia que tiene siete cabezas y diez cuernos subía del mar. Esta
bestia tiene de forma sorprendente las mismas características que las cuatro
bestias de la visión en Daniel 7:2-7, recibida durante el gobierno de
Babilonia. Estas cuatro bestias representan cuatro imperios mundiales:
Babilonia (simbolizada por un león), Medo-Persia (un oso), Grecia (un leopardo)
y Roma (una bestia con dientes grandes de hierro). Para confirmar que estas
bestias son reinos, en la visión de Daniel 8:19-21 el profeta vio a un carnero
y un chivo, y el ángel le dijo que eran Medo-Persia y Grecia respectivamente, y
que iban a gobernar después de Babilonia.
En
Apocalipsis 17:3-5 la visión profética describe una mujer sentada sobre una
bestia escarlata llena de nombres de blasfemia y que tenía siete cabezas y diez
cuernos (el imperio de Roma). Esta mujer estaba vestida con ropa de colores de
púrpura y rojo escarlata, y adornada con oro, piedras preciosas y perlas. En su
frente tenía este nombre: ‘MISTERIO, BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS
RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA’. Algo muy significativo a tener en
cuenta es que a la ciudad de Roma la llamaban también ‘Babilonia’ en los
tiempos de la iglesia primitiva (véase 1Pedro 5:13).
Sigue
diciendo en Apocalipsis 17:9 y 15 que las siete cabezas representan siete
montes donde esta mujer ha estado siempre asentada, y que las aguas sobre las
cuales está sentada esta mujer representan muchos pueblos, gentes, lenguas y
naciones, los cuales subsisten bajo la autoridad de Roma. Y termina indicando,
en el versículo 18 del mismo capítulo, que esta mujer representa la gran ciudad
del imperio de Roma, la cual está ubicada entre siete montes y tiene gran
dominio e influencia sobre los países del mundo.
Roma había perpetrado mucha persecución, masacre,
tortura y martirio de millones de cristianos y gente inocente de otras culturas
—inicialmente por la mano de sanguinarios emperadores instigados por judíos
religiosos, y posteriormente por el despiadado papado de Roma con sus horrendas
cruzadas y su diabólica inquisición. (Ver Apocalipsis 17:6.)
Sigue diciendo la profecía en Apocalipsis 17:7-11 que las siete
cabezas de la bestia representan siete montes, sobre los cuales se ubica la
ciudad de Roma. También representan los últimos siete reyes o imperios
mundiales, pues dice que cinco imperios habían caído (Egipto, Asiria,
Babilonia, Medo-Persia, y Grecia), y que el imperio existente cuando el apóstol
Juan recibió la profecía, era Roma. Sigue diciendo que después aparecería un
imperio de corta duración (el ‘Nuevo Orden Secular’ desde Napoleón), hasta que
“la bestia que era y no es, aunque es” reaparezca como el octavo imperio
mundial (el ‘Nuevo Orden Mundial’ actual liderado por Roma), el cual había sido
uno de los siete imperios que fue debilitado por el imperio de Napoleón. Roma va
a sobrevivir y resurgir de manera sorprendente y con gran fuerza en los últimos
tiempos, haciendo que los habitantes impíos de la Tierra le adoren ciegamente.
La subida al poder del Anticristo y el Nuevo Orden
Mundial, y la confirmación del Pacto Santo
entre religiones
Este Falso Mesías y líder religioso con poder
político, económico y militar, y con falsa humildad, saldrá en escena con
sorprendente habilidad para engañar a la humanidad por medio de muchos halagos
y todo tipo de engaño. (Ver Apocalipsis
6:1-8; Daniel 8:23-25; 11:21.)
Al mismo tiempo confirma un
Pacto Santo con muchos dirigentes de
denominaciones religiosas, bajo el lema de la “unión universal”, para que bajo
su directa supervisión haya un bloque unido de adoración religiosa. (Ver Daniel
8:13-14)
Al mismo tiempo, diez poderosos mandatarios elitistas
recibirán autoridad como líderes del Nuevo Orden Mundial, juntamente con el
Anticristo. Estos líderes van a apoyarle a él y al reavivado imperio de Roma.
(Ver Apocalipsis 17:12-13.)
El Anticristo promoverá la paz con halagos y
frases engañosas, y engañará a la población mundial para que la agenda de su
Nuevo Orden Mundial —de “solventar” las hostilidades político-religiosas, la
pobreza existente en el mundo, así como el descontrol climático, etc. — se
lleve a cabo bajo el lema de la “paz y seguridad” (1Tesalonicenses 5:3). Su
meta es hacerse astutamente con el poder del mundo, al ser reconocido como el
“salvador” y el líder supremo del gobierno mundial, la religión universal y la
economía global.
Un remanente de verdaderos creyentes que predican el
Evangelio en medio de persecuciones
Durante esta época de paz aparente y de control del gobierno del
Anticristo, los cristianos sinceros y activos, que operan al margen de las
denominaciones establecidas y reconocidas, contenderán ardientemente por la fe
en la sana doctrina registrada en la
Biblia del Evangelio de Jesucristo, al mismo tiempo que serán odiados y
perseguidos por todos los partidarios del nuevo régimen a causa del nombre de
Jesús, acusándoles de ser fundamentalistas,
fanáticos, separatistas, subversivos y peligrosos. Pero el Señor los protegerá de
todo mal y con perseverancia seguirán firmes en la fe, llenos del Espíritu
Santo y obedientes al llamado de Dios, proclamando su Palabra con denuedo y con
numerosas señales milagrosas. (Ver 2Timoteo 4:1-5; Judas 3-23; Mateo 23:34-37; 24:9-14;
Marcos 13:9-13; Lucas 21:12-19; Hechos 4:24-31; Apocalipsis 14:6-7.)
Los
diez mandatarios elitistas destruyen la capital del imperio de Roma con fuego
para dar el reino al Anticristo
En un momento dado, los diez
mandatarios elitistas que apoyan al Anticristo van a aborrecer y destruir la
capital del imperio romano —la Gran Ramera
o la Babilonia la Grande de Apocalipsis 17—, quemándola con fuego en una
hora, con el propósito de dar su reino al Anticristo. Y muchos reinos que se
prostituían con ella lamentarán su repentina destrucción y desaparición. La gran
ciudad del imperio romano que había perpetrado grandes saqueos y horrendas
torturas y matanzas, sobretodo contra millones de verdaderos cristianos a lo
largo de muchos siglos, va a recibir finalmente el justo y merecido juicio de
Dios. (Ver Apocalipsis 14:8; 17:1-6,16-18; 18; 19:1-4; Jeremías 51.)
El Anticristo sobrevive al
ataque mortal contra su reino, rompe el Pacto
Santo, y profana el santuario de libre sacrifico religioso
El Anticristo sobrevive al ataque mortal contra
su reino y lo retoma de nuevo con halagos y con mayor fuerza que nunca,
recibiendo admiración y adoración de los habitantes impíos de la Tierra. Justo
tres años y medio después del Pacto Santo
establecido entre religiones, rompe
el mismo pacto, profanando el
santuario de libre adoración religiosa e implantando en su lugar la Abominación Desoladora, a fin de que
todo ser humano en la Tierra adore al Diablo. (Ver Apocalipsis 13:3-4; 17:8; Daniel
9:27b; Daniel 11:29-32a; Salmo 55:20-21.)
El Falso Profeta, la
Abominación Desoladora y la Gran Tribulación
En el capítulo 13 de Apocalipsis el apóstol Juan vio otra bestia que
subía de la tierra, la cual tenía dos cuernos que parecían de cordero, pero
hablaba como un dragón. Esta otra bestia es el Falso Profeta (Apocalipsis 19:20) de apariencia humilde pero que
habla ferozmente. Éste resurgirá con toda la autoridad diabólica del Anticristo
manifestando toda clase de señales sobrenaturales, como hacer descender fuego
del cielo a la tierra, para engañar a los habitantes del planeta. Además impondrá
un férreo control sobre los humanos por medio de una imagen (una
supercomputadora de alta tecnología) que mandará hacer, a la cual le dará vida
propia para que hable por su cuenta.
La visión la describe como ‘la Imagen de la Bestia’ o ‘la
Abominación Desoladora’, la cual hablará, controlará y hará matar a todo el que
no se someta ni adore al Anticristo. Para ello, el Falso Profeta va a
asegurarse de que un sistema de control digital, conectado a la imagen del
Anticristo, sea implementado en el mundo entero. Y lo va hacer a través de un microchip de identificación, que la
Biblia describe como ‘la Marca de la Bestia’. Este microchip (existente ya y
del tamaño de un grano de arroz) se implantará en la frente o en la mano
derecha de cada humano, a fin de que pueda comprar o vender únicamente a través
de este artefacto electromagnético, reemplazando así el sistema monetario
tradicional de billetes y monedas. De esta manera el Anticristo y su gobierno
mundial podrán controlar cada pensamiento y movimiento de cada habitante de la
tierra, a través de este sistema de alta tecnología y de control global. (Ver Apocalipsis
13:11-18.)
En Apocalipsis
14:9-13, Dios advierte a los suyos que rechacen al microchip implantado, aunque
esto signifique dar la vida por Cristo como mártir. Seguir la corriente y dejarse
implantar este artilugio en el cuerpo, implicará entonces —y según las
Escrituras— una transigencia en las convicciones y una renuncia de la fe, y por
tanto un pacto con el mismo Diablo y su influencia demoníaca directa. Y como
consecuencia, Dios derramará Su ira y castigo eterno a todo el que acepte este
microchip o ‘marca de la Bestia’.
Jesús advirtió a
Sus seguidores que cuando vieran ‘la Abominación
Desoladora que habló el profeta Daniel, que estará en el lugar santo… donde no debe estar (el que lee, entienda)’ —o sea, un artilugio
abominable en el cuerpo humano, el cual está diseñado para ser un templo
espiritual, y un continuo sacrificio u ofrenda viva y santa para Dios (Juan
2:18-22; 4:20-24; Romanos 12:1-2; 1Corintios 3:16-17; 6:19-20; 2Corintios
6:14-18; 1Pedro 1:14—2:5) —, habría entonces una Gran Tribulación, es decir, una gran persecución como nunca antes
había sucedido en la historia del mundo. Y que por tanto huyeran a los montes
para que Él los sustentara milagrosamente con comida por tres años y medio, y
que no se dejaran engañar por falsos Cristos y falsos Profetas —posiblemente
ángeles caídos que aparecen en escena y que llamarán “extraterrestres”—, los
cuales se levantan haciendo señales sobrenaturales engañosas, sino que
esperasen Su venida cuando lo vieran aparecer en el cielo para rescatarles de
la gran tribulación. (Ver Mateo 24:15-28; Marcos 13:14-23. Lucas 21:20-22;
Daniel 9:27; 11:31; 12:1; Apocalipsis 12.)
El Anticristo impone su
religión mundial de adoración al Diablo, y devasta toda fuerza opositora
Este hombre insolente y arrogante se levanta contra todo lo que
lleva el nombre de Dios o merece ser adorado, y como Dios se sienta en el templo de Dios (el cuerpo humano), haciéndose pasar por Dios soberano y
supremo de todos los habitantes de la Tierra. (Ver 2Tesalonicenses 2:3-4.)
Con su poder satánico y odio extremo hacia Dios se esmerará en
imponer y forzar a toda persona a adorar al Diablo. Además, combatirá a todo
hombre poderoso, y sobretodo al pueblo de los santos creyentes para
aniquilarlos y vencerlos a tantos como pueda a su encuentro, al mismo tiempo
que tratará de cambiar las fechas y las Escrituras registradas en la Biblia,
por un periodo que va a durar tres años y medio. Y con la ayuda de un falso profeta que hace señales
sobrenaturales, engaña a los impíos que no quisieron recibir la verdad de la
Palabra del Dios verdadero. (Ver Daniel 7:24-25; 8:24; 11:36-39; Apocalipsis
13:5-14; 2Tesalonicenses 2:9-12.)
El Anticristo que es el rey del norte (rey de Roma) según la profecía de Daniel,
completamente cegado y robustecido por el diablo, devastará toda fortaleza
opositora de forma muy brutal y despótica. El rey del sur (rey del Islam) lo atacará, pero el Anticristo lo
vencerá, y entrará con sus fuerzas armadas y tomará Jerusalén, desde donde
arrasará a muchos reinos de alrededor y donde establecerá su campamento real.
(Ver Ezequiel 38:1-17; Daniel 8:25a; 11:40-45.)
Muchas proezas de evangelización y de
prodigios, en medio de gran tribulación
Jesús advirtió a los creyentes que huyeran de las ciudades a los
montes, cuando vieran la abominación desoladora implantada en el cuerpo humano
(Mateo 24:15-22), para que Dios sustente milagrosamente en el “desierto” a su
pueblo de creyentes durante 42 meses (3 años y medio) (Apocalipsis 12:6,13-14).
Durante estos tres años y medio de gran tribulación, los siervos y
testigos de Dios que lo conocen personalmente a Él (los 144.000 o los sabios del
pueblo), se esforzarán y harán proezas,
es decir, grandes señales y prodigios por medio del poder sobrenatural de Dios,
a la vez que predicarán el Evangelio de Cristo e instruirán a muchos con
denuedo, entre los que no adoraron al Anticristo. Estos siervos fieles serán
sellados y sustentados por el Espíritu de Dios para que no sufran ningún daño a
consecuencia de las primeras plagas que Dios derramará sobre los impíos (Apocalipsis
7:1-8; 9:4). Pero muchos de ellos serán encarcelados en campos de concentración
y martirizados por su fe, a fin de ser emblanquecidos delante de Dios. (Ver Joel
2:28-32; Hechos 2:16-21; Juan 14:12; 16:33; Daniel 11:32-35; 12:7,10; Apocalipsis
6:9-11; 11:1-2; 12:15-17; 13:7-10; 14:12-13.)
A pesar de toda esta gran persecución y angustia, una gran
multitud de creyentes de todas las naciones permanecerán fieles al Señor y Su
Palabra hasta el final, después de ser purificados y perfeccionados con
sufrimiento y hasta con la muerte. (Ver 2Corintios 4:7-18; Lucas 21:23-24;
Apocalipsis 7:9-17.)
Los
Dos Testigos, y las Siete Trompetas o Siete Plagas Primeras de Dios
Al mismo tiempo, Dios escogerá y utilizará
a dos valientes testigos y guerreros de la fe, dos profetas vestidos de cilicio
y con gran poder del Cielo, para liderar el pueblo de Dios y las Siete Plagas Primeras
de advertencia —‘las Siete Trompetas’ (Apocalipsis 8:2-21; 11:15-19)— que el
Señor va a enviar para advertir y atormentar únicamente a los impíos sometidos
al régimen del Anticristo, de forma parecida a lo que había acontecido al pueblo
de Israel durante su cautiverio en Egipto. (Ver Apocalipsis 7:1-8; 11:1-6;
Zacarías 4:11-14.)
Después de cumplir tres años y medio dando testimonio, los dos
profetas serán combatidos y aniquilados por el Anticristo y sus fuerzas; y los
habitantes de la Tierra
se alegrarán y lo celebrarán. Pero al cabo de tres días y medio, Dios y Su
poder vivificador los va a resucitar y elevarles hasta al Cielo, en presencia
de todos sus enemigos. (Ver Apocalipsis 11:7-12.)
La Última Trompeta y la Venida
de Jesucristo
Y justo en la hora más oscura y en el momento de mayor desesperación,
dicen las Escrituras que cuando suene la Séptima y Última Trompeta —en medio de relámpagos, voces, truenos, un
inmenso terremoto, y grande granizo (Apocalipsis 11:15,19; 1Corintios 15:52) —,
Jesucristo mismo aparecerá con Sus santos ángeles en el cielo con poder y gran
gloria, para rescatar a todos aquellos que le aman, arrebatándolos en el aire desde
un extremo del cielo hasta el otro. (Ver Apocalipsis 1:7; 6:12-17; 14:14-16;
Judas 14-15; Hageo 2:6-9; 2Pedro 3:10-11; Mateo 24:29-31; Marcos 13:24-27;
Lucas 17:22-30; 21:25-27; 1Tesalonicenses 5:1-11; 1Corintios 15:20-23.)
Es el momento tan esperado cuando Dios y el Señor Jesucristo van a
retomar las riendas y los reinos de este mundo como Reyes, Señores y Jueces de
todo, para reinar para siempre, para juzgar a los muertos, para resucitar y
glorificar a los santos creyentes, y para castigar y destruir los que destruyen
la Tierra. (Ver 1Timoteo 6:13-15; Isaías 33:22; Daniel 7:13-14; Salmo 2; Apocalipsis
11:15-19; 17:14; 20:4-6; Juan 5:19-30; Hechos 10:42; 17:30-31; 2Tesalonicenses
1:6-10; 2Timoteo 4:1.)
La Resurrección y el Arrebatamiento
de los santos creyentes
En un instante y con el poder vivificador de Dios (Romanos 8:11),
los muertos en Cristo resucitarán primero, y seguidamente los que son de Cristo
y han sobrevivido la gran tribulación serán transformados a un cuerpo eterno de
gloria celestial y serán arrebatados para reunirse con el Señor para siempre en
el aire. (Ver Daniel 12:2; 1Corintios 15:51-58; 1Tesalonicenses 4:13-18; Filipenses
3:20-21; Mateo 24:31,40-41; Lucas 17:31-37; Juan 5:25-26; Apocalipsis 14:14-16.)
Las Siete Copas o Siete Plagas
Postreras de la Ira de Dios, y la Cena de las Bodas del Cordero
Jesucristo vendrá como ladrón asaltando en plena noche por
sorpresa para destruir repentinamente a todos los hijos de las tinieblas (1Tesalonicenses
5:2-3). Su aparición marcará el comienzo de la gran Ira de Dios sobre los
seguidores del diablo, los cuales no escaparán del justo juicio, castigo y
aniquilación del Cordero, al derramar Éste las Siete Plagas Postreras o ‘las Siete
Copas de la Ira de Dios’, que aparentemente durarán alrededor de dos meses y
medio (Daniel 12:11-12). Al mismo tiempo, habrá gran conmoción y regocijo en el
Cielo, donde todos los ángeles y los santos creyentes se alegrarán y se
reunirán con el Rey y Señor Jesús para celebrar la gran Cena de las Bodas del
Cordero. Ésta va a ser la celebración más grande que Jesucristo va a celebrar
en el Cielo con su Esposa: todos sus santos fieles seguidores que dieron sus
vidas por Él y el Evangelio, y que se vistieron de lino fino, limpio y
resplandeciente, como señal de justicia. (Ver Apocalipsis 6:12-17; 14:17-20; 15
y 16; 2Pedro 3:10; Mateo 26:26-29; Lucas 22:14-20; Apocalipsis 19:5-9.)
La batalla de Armagedón: el Anticristo
y el Falso Profeta son lanzados al Lago de Fuego y Azufre
Cuando la Sexta y la Séptima Copa de la Ira se derramen, entonces
va acontecer lo que la visión profética describe como: ‘la Cena del Gran Dios’
(Apocalipsis 19:17). En ese momento, el Rey Jesús, en un caballo blanco, y
todos Sus santos —también en caballos blancos y vestidos de lino fino, blanco y
limpio—, aquellos que Dios ha llamado y elegido y son fieles, van a destruir
masivamente y aniquilar totalmente a los malvados que habían recibido la Marca
de la Bestia, los cuales se habían reunido en un lugar llamado Armagedón para combatir al Señor y Sus
tropas (Apocalipsis 16:13-16). El Anticristo y el Falso Profeta serán entonces apresados,
ridiculizados y lanzados vivos dentro de un lago
de luego ardiendo con azufre. (Ver Apocalipsis 16:12-21; 17:14; 19:11-21; Daniel
7:11-12; Salmos 110; Isaías 2:10-21; 13:1—14:27; Joel 3:9-21; Zacarías 14:3-15;
Malaquías 4:1-3.)
El encarcelamiento del
Diablo, el reinado del Rey Jesús en la Tierra, y el Tribunal de Cristo
Seguidamente, el Diablo será atado y arrojado al abismo por mil
años; y el Rey Señor Jesús establecerá de una vez para siempre Su Reino de amor verdadero, paz duradera y
justicia divina sobre la Tierra. Y los santos y siervos fieles de Dios, que
dieron sus vidas por el Señor y Su Palabra, serán reconfortados y pastoreados
por Él eternamente.
Jesucristo va a establecer entonces su tribunal para juzgarnos
conforme a las obras que hemos hecho en vida, para recompensarnos por las obras
buenas y para retribuirnos por las obras malas unos para vida eterna y otros
para vergüenza y confusión perpetua (Daniel 12:2).
Con sus cuerpos glorificados, los santos juzgarán sobre tronos con
el Juez Jesús en Su Tribunal, y por mil años reinarán con Él —el Rey de reyes y
Señor de señores (Apocalipsis 19:16)— sobre los habitantes de la Tierra que no se habían
sometido al gobierno del Anticristo y que sobrevivieron la gran tribulación.
(Ver Judas 14-15; Daniel 12:2-3; Apocalipsis 5:9-10; 20:1-6; Juan
5:28-29; Mateo 13:41-43,49-50; 16:24-28; 19:27-30; 25:31-46; Marcos 8:34-38; Lucas
9:23-27; 14:12-14; 19:11-27; 22:28-30; Romanos 2:1-16; 14:10-13; 1Corintios
4:5; 6:2; 2Corintios 5:10; 2Pedro 3:7; Judas 14-15; Salmo 9, 96 y 98; Zacarías
14:16-21.)
La rebelión de Gog y Magog: el
Diablo es lanzado al Lago de Fuego y Azufre
Al final de los mil años de reinado de
Jesucristo, el Diablo será soltado por un tiempo, y éste engañará a muchos
moradores, para que estos se rebelen, batallen y rodeen el campamento de los
santos de Dios, iniciándose así la batalla de Gog
y Magog. Pero Dios va hacer decender fuego del cielo para consumirlos a
todos los malvados, y el Diablo va a ser inmediatamente lanzado al lago de fuego y azufre, donde
estaban también siendo atormentados el Anticristo y el Falso Profeta, para ser
consecuentemente castigado y consumido día y noche. (Ver Ezequiel 38 y 39;
Apocalipsis 20:7-10; 2Pedro 3:12.)
El Juicio Final del Gran
Trono Blanco de Dios y de Jesucristo
Seguidamente se va a proceder al Juicio Final del Gran Trono Blanco, donde los grandes
Jueces, el Señor Dios Todopoderoso y el Señor Jesucristo, van a abrir los
libros y también el libro de la vida, después de despertar y resucitar todos los
muertos de todas las épocas —la segunda resurrección—, para que sean juzgados según
las obras buenas o malas que realizaron cuando vivían. El Infierno y la Muerte,
y todo aquél que no estaba escrito en el Libro de la Vida, fueron lanzados al
Lago de Fuego —que es la muerte segunda— para siempre. (Ver Apocalipsis 20:11-15;
Daniel 7:9-10; 12:2-3.)
Jesucristo entrega el Reino al
Dios Todopoderoso, el cual crea un Nuevo Cielo y una Nueva Tierra
Después de haber puesto a todos Su enemigos debajo de Sus pies
—incluyendo al Infierno y la Muerte—, el Rey y Señor Jesús va a entregar el
Reino de vuelta a Su Padre, el Señor Dios Todopoderoso, y se someterá en señal
de reverencia a Él para que Dios sea para siempre todo en todos. (Ver Daniel
7:13-14; 1Corintios 15:24-28.)
Seguidamente Dios hará nuevas todas las cosas, y creará entonces
un Nuevo Cielo y una Nueva Tierra para que Él pueda habitar en medio de Su
pueblo —la Ciudad Santa, la Nueva Jerusalén, el Tabernáculo de Dios con los
Hombres (Apocalipsis 21:2-3); la Familia de Dios, el Templo Santo en el Señor
(Efesios 2:11-22); la Familia de la Fe, el Israel de Dios (Gálatas 6:7-16); el
Monte de Sión, la Ciudad del Dios Vivo, la Jerusalén Celestial (Hebreos
12:18-24)—, a fin de amar y disfrutar apasionadamente de todos Sus santos hijos
por toda la eternidad, al lado de Jesucristo el Cordero de Dios, y de Sus
santos ángeles. (Ver 2Pedro 3:13-14; Apocalipsis 21:1—22:5.)
Preparación para encarar la Gran
Tribulación venidera
El Señor nos recuerda en Su
Palabra repetidas veces que debemos velar y orar sin cesar en el Espíritu Santo,
y escudriñar la Biblia y recibir la verdad de la Palabra de Dios para que
podamos seguir firmes en la fe hasta la venida de nuestro Señor Jesús. Debemos
estar despiertos y vivir separados de este mundo y del pecado, para que no
caigamos en la trampa del diablo y el engaño de las riquezas materiales y de la
mentalidad carnal, que nos acecha en todo momento. Tenemos que darnos cuenta de
la gravedad de los tiempos actuales en que vivimos, a fin de arrepentirnos y
acercarnos verdaderamente al Señor para que no nos agarre desprevenidos, y nos guarde
y proteja de la hora de prueba y gran tribulación que ha de venir sobre el
mundo entero, y que está ya al caer. (Ver 1Tesalonicenses 5; Efesios 6:10-18;
Judas 20-21; 2Tesalonicenses 2:13-17; 1:3-12; 2Pedro 3:1-14; Mateo
24:32-39,42-51; 25; Marcos 13:28-37; Lucas 12:35-48; 14:15-24; 19:11-27;
21:28-36; Apocalipsis 3:3,10-11; 16:15; 22:10-17.)