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04 julio 2014

Profecía Bíblica sobre los Últimos Tiempos

La Apostasía y la aparición del Anticristo
        
En la Biblia aparecen numerosas profecías que indican claramente que en los Postreros Días muchos creyentes apostatarán de la fe (1Timoteo 4:1-6). O sea, renegarán de la sana doctrina del Evangelio del Reino de Dios limitándose a vivir una fe pasiva, transigente e inclinada a anhelar mera sabiduría humana y riquezas materiales, en vez de sabiduría divina y poder de Dios (1Corintios 2; 2Corintios 8:9; Colosenses 3:1-7), siguiendo el mal ejemplo de aquellos falsos maestros de la iglesia, los cuales manipulan la fe promoviendo entre los creyentes pensamientos filosóficos de hombres, y también lo material, con el afán de enriquecerse ellos mismos exigiendo diezmos a los miembros de sus respectivas congregaciones, y también a través de sus propios libros que venden masivamente a costa de los demás. (Ver Juan 10:7-13; 2Timoteo 3:1-9; 4:3-4; Mateo 7:15-27; 22:13-33; Marcos 12:38-40; 2Pedro 2; 2Corintios 11:3-4,13-15; Apocalipsis 3:14-22; Isaías 29:13; Ezequiel 22:23-31; 33:30-32; 34:1-6.)
                    
La Palabra de Dios dice claramente que debemos apartarnos de esos creyentes fraudulentos que están llenos de palabras persuasivas de sabiduría humana y de codicia, y que no hacen caso de la sana doctrina del Evangelio, para que no seamos partícipes de sus mismos pecados. Dice además que debemos retener la sana doctrina de Jesucristo, los apóstoles y los profetas para poder alcanzar la gloria de nuestro Señor en Su segunda venida, por medio de la santificación del Espíritu Santo y la fe en la verdad de la Palabra de Dios registrada en la Biblia. (Ver Mateo 10:34-39; 16:5-12; Lucas 9:23-26; 12:26-35; Hechos 20:28-31; Romanos 16:17-20; 1Corintios 5; 2Corintios 6:14-18; Gálatas 1:6-9; Filipenses 3:1-3,17-19; Colosenses 2:8-9; 1Timoteo 1:3-7,18-20; 4:6-11; 6:3-21; 2Timoteo 2:14-16; 3:10—4:8; Tito 1:10-16; 3:8-11; Santiago 4:1-10; 2Pedro 1:16-21; 1Juan 2:15-29; 2Juan 9-11; Judas 3-4; Efesios 2:19-22; 2Tesalonicenses 2:13-17.)
               
Contrario a lo que enseña la iglesia cristiana actual, la Palabra de Dios dice claramente que Jesucristo no regresará ni arrebatará a los santos creyentes sin que antes venga la apostasía —el abandono de la sana doctrina del Evangelio del Reino del Cielo por parte de muchos cristianos— y aparezca un hombre poderoso, insolente, astuto y embaucador que se hará pasar por Dios, conocido principalmente como el Anticristo (1Juan 2:18). Este hombre malvado será poseído por el mismo Diablo (Satanás), el cual hará que se fortalezca con gran poder, destruya de manera increíble y triunfe en todo lo que haga. Destruirá a hombres poderosos y también a muchos del pueblo de Dios. Pero él y sus seguidores serán finalmente destruidos por la mano de Jesucristo en el momento de Su venida. (Ver 2Tesalonicenses 2:1-12; Daniel 8:23-25; Apocalipsis 6:1-17.)

Los cinco últimos imperios mundiales

En el libro de Daniel capítulo 2, versículos 26 al 45 Nabucodonosor, rey de Babilonia, tuvo un sueño sobre una estatua. El profeta Daniel contó e interpretó el sueño diciendo que su reino era la cabeza de oro de esta estatua, y que después le iban a suceder otros cuatro gobiernos mundiales: Medio-Persia, gobierno simbolizado por el pecho y los brazos de plata; Grecia, por el vientre y los muslos de bronce; Roma, por las piernas de hierro; y el Nuevo Orden Secular —una sociedad secreta mundial y dividida entre la poderosa Roma y la logia masónica, existente desde el año 1776, y que ha operado hasta muy reciente bajo el disfraz de la democracia, según lo revela ‘THE GREAT SEAL’ (el gran sello) ubicado en el billete de un dólar americano, donde se lee en números romanos y en latín: MDCCLXXVI y ‘NOVUS ORDO SECLORUM’—, el cual está simbolizado por los pies y dedos de hierro (el imperio debilitado de Roma) y de barro (la logia masónica). Los poderosos gobernantes de este imperio se mezclan unos con otros por medio de alianzas humanas, pero no pueden formar un solo cuerpo entre sí, como tampoco puede el hierro mezclarse con el barro.

Daniel continuó relatando que esta estatua fue destruida finalmente por una piedra que dio contra sus pies y los destrozó, quedando la estatua convertida en polvo; y la piedra se convirtió en una gran montaña que ocupó toda la tierra. E interpretó que, durante el gobierno de estos oligarcas, el Dios Todopoderoso —por medio de Su Hijo, el Rey Jesús— establecerá Su Reino que acabará por completo con todos los demás reinos del mundo, y durará para siempre.

El Imperio y Supremacía de Roma

Según la visión profética —en el libro de Apocalipsis capítulo 13, versículos 1 y 2— que el apóstol Juan recibió durante el gobierno de Roma, una bestia que tiene siete cabezas y diez cuernos subía del mar. Esta bestia tiene de forma sorprendente las mismas características que las cuatro bestias de la visión en Daniel 7:2-7, recibida durante el gobierno de Babilonia. Estas cuatro bestias representan cuatro imperios mundiales: Babilonia (simbolizada por un león), Medo-Persia (un oso), Grecia (un leopardo) y Roma (una bestia con dientes grandes de hierro). Para confirmar que estas bestias son reinos, en la visión de Daniel 8:19-21 el profeta vio a un carnero y un chivo, y el ángel le dijo que eran Medo-Persia y Grecia respectivamente, y que iban a gobernar después de Babilonia.

En Apocalipsis 17:3-5 la visión profética describe una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia y que tenía siete cabezas y diez cuernos (el imperio de Roma). Esta mujer estaba vestida con ropa de colores de púrpura y rojo escarlata, y adornada con oro, piedras preciosas y perlas. En su frente tenía este nombre: ‘MISTERIO, BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA’. Algo muy significativo a tener en cuenta es que a la ciudad de Roma la llamaban también ‘Babilonia’ en los tiempos de la iglesia primitiva (véase 1Pedro 5:13). 

Sigue diciendo en Apocalipsis 17:9 y 15 que las siete cabezas representan siete montes donde esta mujer ha estado siempre asentada, y que las aguas sobre las cuales está sentada esta mujer representan muchos pueblos, gentes, lenguas y naciones, los cuales subsisten bajo la autoridad de Roma. Y termina indicando, en el versículo 18 del mismo capítulo, que esta mujer representa la gran ciudad del imperio de Roma, la cual está ubicada entre siete montes y tiene gran dominio e influencia sobre los países del mundo.

Roma había perpetrado mucha persecución, masacre, tortura y martirio de millones de cristianos y gente inocente de otras culturas —inicialmente por la mano de sanguinarios emperadores instigados por judíos religiosos, y posteriormente por el despiadado papado de Roma con sus horrendas cruzadas y su diabólica inquisición. (Ver Apocalipsis 17:6.)

Sigue diciendo la profecía en Apocalipsis 17:7-11 que las siete cabezas de la bestia representan siete montes, sobre los cuales se ubica la ciudad de Roma. También representan los últimos siete reyes o imperios mundiales, pues dice que cinco imperios habían caído (Egipto, Asiria, Babilonia, Medo-Persia, y Grecia), y que el imperio existente cuando el apóstol Juan recibió la profecía, era Roma. Sigue diciendo que después aparecería un imperio de corta duración (el ‘Nuevo Orden Secular’ desde Napoleón), hasta que “la bestia que era y no es, aunque es” reaparezca como el octavo imperio mundial (el ‘Nuevo Orden Mundial’ actual liderado por Roma), el cual había sido uno de los siete imperios que fue debilitado por el imperio de Napoleón. Roma va a sobrevivir y resurgir de manera sorprendente y con gran fuerza en los últimos tiempos, haciendo que los habitantes impíos de la Tierra le adoren ciegamente.

La subida al poder del Anticristo y el Nuevo Orden Mundial, y la confirmación del Pacto Santo entre religiones

Este Falso Mesías y líder religioso con poder político, económico y militar, y con falsa humildad, saldrá en escena con sorprendente habilidad para engañar a la humanidad por medio de muchos halagos y todo tipo de engaño. (Ver Apocalipsis 6:1-8; Daniel 8:23-25; 11:21.)

Al mismo tiempo, diez poderosos mandatarios elitistas recibirán autoridad como líderes del Nuevo Orden Mundial, juntamente con el Anticristo. Estos líderes van a apoyarle a él y al reavivado imperio de Roma. (Ver Apocalipsis 17:12-13.)

El Anticristo promoverá la paz con halagos y frases engañosas, y engañará a la población mundial para que la agenda de su Nuevo Orden Mundial —de “solventar” las hostilidades político-religiosas, la pobreza existente en el mundo, así como el descontrol climático, etc. — se lleve a cabo bajo el lema de la “paz y seguridad” (1Tesalonicenses 5:3). Su meta es hacerse astutamente con el poder del mundo, al ser reconocido como el “salvador” y el líder supremo del gobierno mundial, la religión universal y la economía global.

Al mismo tiempo confirma un Pacto Santo con muchos dirigentes de denominaciones religiosas, bajo el lema de la “unión universal”, para que bajo su directa supervisión haya un bloque unido de adoración religiosa. (Ver Daniel 8:13-14)

Un remanente de verdaderos creyentes que predican el Evangelio en medio de persecuciones

Durante esta época de paz aparente y de control del gobierno del Anticristo, los cristianos sinceros y activos, que operan al margen de las denominaciones establecidas y reconocidas, contenderán ardientemente por la fe en la sana doctrina registrada en la Biblia del Evangelio de Jesucristo, al mismo tiempo que serán odiados y perseguidos por todos los partidarios del nuevo régimen a causa del nombre de Jesús, acusándoles de ser fundamentalistas, fanáticos, separatistas, subversivos y peligrosos. Pero el Señor los protegerá de todo mal y con perseverancia seguirán firmes en la fe, llenos del Espíritu Santo y obedientes al llamado de Dios, proclamando su Palabra con denuedo y con numerosas señales milagrosas. (Ver 2Timoteo 4:1-5; Judas 3-23; Mateo 23:34-37; 24:9-14; Marcos 13:9-13; Lucas 21:12-19; Hechos 4:24-31; Apocalipsis 14:6-7.)

Los diez mandatarios elitistas destruyen la capital del imperio de Roma con fuego para dar el reino al Anticristo

En un momento dado, los diez mandatarios elitistas que apoyan al Anticristo van a aborrecer y destruir la capital del imperio romano —la Gran Ramera o la Babilonia la Grande de Apocalipsis 17—, quemándola con fuego en una hora, con el propósito de dar su reino al Anticristo. Y muchos reinos que se prostituían con ella lamentarán su repentina destrucción y desaparición. La gran ciudad del imperio romano que había perpetrado grandes saqueos y horrendas torturas y matanzas, sobretodo contra millones de verdaderos cristianos a lo largo de muchos siglos, va a recibir finalmente el justo y merecido juicio de Dios. (Ver Apocalipsis 14:8; 17:1-6,16-18; 18; 19:1-4; Jeremías 51.)

El Anticristo sobrevive al ataque mortal contra su reino, rompe el Pacto Santo, y profana el santuario de libre sacrifico religioso

El Anticristo sobrevive al ataque mortal contra su reino y lo retoma de nuevo con halagos y con mayor fuerza que nunca, recibiendo admiración y adoración de los habitantes impíos de la Tierra. Justo tres años y medio después del Pacto Santo establecido entre religiones, rompe el mismo pacto, profanando el santuario de libre adoración religiosa e implantando en su lugar la Abominación Desoladora, a fin de que todo ser humano en la Tierra adore al Diablo. (Ver Apocalipsis 13:3-4; 17:8; Daniel 9:27b; Daniel 11:29-32a; Salmo 55:20-21.)

El Falso Profeta, la Abominación Desoladora y la Gran Tribulación

En el capítulo 13 de Apocalipsis el apóstol Juan vio otra bestia que subía de la tierra, la cual tenía dos cuernos que parecían de cordero, pero hablaba como un dragón. Esta otra bestia es el Falso Profeta (Apocalipsis 19:20) de apariencia humilde pero que habla ferozmente. Éste resurgirá con toda la autoridad diabólica del Anticristo manifestando toda clase de señales sobrenaturales, como hacer descender fuego del cielo a la tierra, para engañar a los habitantes del planeta. Además impondrá un férreo control sobre los humanos por medio de una imagen (una supercomputadora de alta tecnología) que mandará hacer, a la cual le dará vida propia para que hable por su cuenta.

La visión la describe como ‘la Imagen de la Bestia’ o ‘la Abominación Desoladora’, la cual hablará, controlará y hará matar a todo el que no se someta ni adore al Anticristo. Para ello, el Falso Profeta va a asegurarse de que un sistema de control digital, conectado a la imagen del Anticristo, sea implementado en el mundo entero. Y lo va hacer a través de un microchip de identificación, que la Biblia describe como ‘la Marca de la Bestia’. Este microchip (existente ya y del tamaño de un grano de arroz) se implantará en la frente o en la mano derecha de cada humano, a fin de que pueda comprar o vender únicamente a través de este artefacto electromagnético, reemplazando así el sistema monetario tradicional de billetes y monedas. De esta manera el Anticristo y su gobierno mundial podrán controlar cada pensamiento y movimiento de cada habitante de la tierra, a través de este sistema de alta tecnología y de control global. (Ver Apocalipsis 13:11-18.)

En Apocalipsis 14:9-13, Dios advierte a los suyos que rechacen al microchip implantado, aunque esto signifique dar la vida por Cristo como mártir. Seguir la corriente y dejarse implantar este artilugio en el cuerpo, implicará entonces —y según las Escrituras— una transigencia en las convicciones y una renuncia de la fe, y por tanto un pacto con el mismo Diablo y su influencia demoníaca directa. Y como consecuencia, Dios derramará Su ira y castigo eterno a todo el que acepte este microchip o ‘marca de la Bestia’.

Jesús advirtió a Sus seguidores que cuando vieran ‘la Abominación Desoladora que habló el profeta Daniel, que estará en el lugar santodonde no debe estar (el que lee, entienda)’ —o sea, un artilugio abominable en el cuerpo humano, el cual está diseñado para ser un templo espiritual, y un continuo sacrificio u ofrenda viva y santa para Dios (Juan 2:18-22; 4:20-24; Romanos 12:1-2; 1Corintios 3:16-17; 6:19-20; 2Corintios 6:14-18; 1Pedro 1:14—2:5) —, habría entonces una Gran Tribulación, es decir, una gran persecución como nunca antes había sucedido en la historia del mundo. Y que por tanto huyeran a los montes para que Él los sustentara milagrosamente con comida por tres años y medio, y que no se dejaran engañar por falsos Cristos y falsos Profetas —posiblemente ángeles caídos que aparecen en escena y que llamarán “extraterrestres”—, los cuales se levantan haciendo señales sobrenaturales engañosas, sino que esperasen Su venida cuando lo vieran aparecer en el cielo para rescatarles de la gran tribulación. (Ver Mateo 24:15-28; Marcos 13:14-23. Lucas 21:20-22; Daniel 9:27; 11:31; 12:1; Apocalipsis 12.)

El Anticristo impone su religión mundial de adoración al Diablo, y devasta toda fuerza opositora

Este hombre insolente y arrogante se levanta contra todo lo que lleva el nombre de Dios o merece ser adorado, y como Dios se sienta en el templo de Dios (el cuerpo humano), haciéndose pasar por Dios soberano y supremo de todos los habitantes de la Tierra. (Ver 2Tesalonicenses 2:3-4.)

Con su poder satánico y odio extremo hacia Dios se esmerará en imponer y forzar a toda persona a adorar al Diablo. Además, combatirá a todo hombre poderoso, y sobretodo al pueblo de los santos creyentes para aniquilarlos y vencerlos a tantos como pueda a su encuentro, al mismo tiempo que tratará de cambiar las fechas y las Escrituras registradas en la Biblia, por un periodo que va a durar tres años y medio. Y con la ayuda  de un falso profeta que hace señales sobrenaturales, engaña a los impíos que no quisieron recibir la verdad de la Palabra del Dios verdadero. (Ver Daniel 7:24-25; 8:24; 11:36-39; Apocalipsis 13:5-14; 2Tesalonicenses 2:9-12.)

El Anticristo que es el rey del norte (rey de Roma) según la profecía de Daniel, completamente cegado y robustecido por el diablo, devastará toda fortaleza opositora de forma muy brutal y despótica. El rey del sur (rey del Islam) lo atacará, pero el Anticristo lo vencerá, y entrará con sus fuerzas armadas y tomará Jerusalén, desde donde arrasará a muchos reinos de alrededor y donde establecerá su campamento real. (Ver Ezequiel 38:1-17; Daniel 8:25a; 11:40-45.)

Muchas proezas de evangelización y de prodigios, en medio de gran tribulación

Jesús advirtió a los creyentes que huyeran de las ciudades a los montes, cuando vieran la abominación desoladora implantada en el cuerpo humano (Mateo 24:15-22), para que Dios sustente milagrosamente en el “desierto” a su pueblo de creyentes durante 42 meses (3 años y medio) (Apocalipsis 12:6,13-14).

Durante estos tres años y medio de gran tribulación, los siervos y testigos de Dios que lo conocen personalmente a Él (los 144.000 o los sabios del pueblo), se esforzarán y harán proezas, es decir, grandes señales y prodigios por medio del poder sobrenatural de Dios, a la vez que predicarán el Evangelio de Cristo e instruirán a muchos con denuedo, entre los que no adoraron al Anticristo. Estos siervos fieles serán sellados y sustentados por el Espíritu de Dios para que no sufran ningún daño a consecuencia de las primeras plagas que Dios derramará sobre los impíos (Apocalipsis 7:1-8; 9:4). Pero muchos de ellos serán encarcelados en campos de concentración y martirizados por su fe, a fin de ser emblanquecidos delante de Dios. (Ver Joel 2:28-32; Hechos 2:16-21; Juan 14:12; 16:33; Daniel 11:32-35; 12:7,10; Apocalipsis 6:9-11; 11:1-2; 12:15-17; 13:7-10; 14:12-13.)

A pesar de toda esta gran persecución y angustia, una gran multitud de creyentes de todas las naciones permanecerán fieles al Señor y Su Palabra hasta el final, después de ser purificados y perfeccionados con sufrimiento y hasta con la muerte. (Ver 2Corintios 4:7-18; Lucas 21:23-24; Apocalipsis 7:9-17.)

Los Dos Testigos, y las Siete Trompetas o Siete Plagas Primeras de Dios

Al mismo tiempo, Dios escogerá y utilizará a dos valientes testigos y guerreros de la fe, dos profetas vestidos de cilicio y con gran poder del Cielo, para liderar el pueblo de Dios y las Siete Plagas Primeras de advertencia —‘las Siete Trompetas’ (Apocalipsis 8:2-21; 11:15-19)— que el Señor va a enviar para advertir y atormentar únicamente a los impíos sometidos al régimen del Anticristo, de forma parecida a lo que había acontecido al pueblo de Israel durante su cautiverio en Egipto. (Ver Apocalipsis 7:1-8; 11:1-6; Zacarías 4:11-14.)

Después de cumplir tres años y medio dando testimonio, los dos profetas serán combatidos y aniquilados por el Anticristo y sus fuerzas; y los habitantes de la Tierra se alegrarán y lo celebrarán. Pero al cabo de tres días y medio, Dios y Su poder vivificador los va a resucitar y elevarles hasta al Cielo, en presencia de todos sus enemigos. (Ver Apocalipsis 11:7-12.)

La Última Trompeta y la Venida de Jesucristo

Y justo en la hora más oscura y en el momento de mayor desesperación, dicen las Escrituras que cuando suene la Séptima y Última Trompeta  —en medio de relámpagos, voces, truenos, un inmenso terremoto, y grande granizo (Apocalipsis 11:15,19; 1Corintios 15:52) —, Jesucristo mismo aparecerá con Sus santos ángeles en el cielo con poder y gran gloria, para rescatar a todos aquellos que le aman, arrebatándolos en el aire desde un extremo del cielo hasta el otro. (Ver Apocalipsis 1:7; 6:12-17; 14:14-16; Judas 14-15; Hageo 2:6-9; 2Pedro 3:10-11; Mateo 24:29-31; Marcos 13:24-27; Lucas 17:22-30; 21:25-27; 1Tesalonicenses 5:1-11; 1Corintios 15:20-23.)

Es el momento tan esperado cuando Dios y el Señor Jesucristo van a retomar las riendas y los reinos de este mundo como Reyes, Señores y Jueces de todo, para reinar para siempre, para juzgar a los muertos, para resucitar y glorificar a los santos creyentes, y para castigar y destruir los que destruyen la Tierra. (Ver 1Timoteo 6:13-15; Isaías 33:22; Daniel 7:13-14; Salmo 2; Apocalipsis 11:15-19; 17:14; 20:4-6; Juan 5:19-30; Hechos 10:42; 17:30-31; 2Tesalonicenses 1:6-10; 2Timoteo 4:1.)

La Resurrección y el Arrebatamiento de los santos creyentes

En un instante y con el poder vivificador de Dios (Romanos 8:11), los muertos en Cristo resucitarán primero, y seguidamente los que son de Cristo y han sobrevivido la gran tribulación serán transformados a un cuerpo eterno de gloria celestial y serán arrebatados para reunirse con el Señor para siempre en el aire. (Ver Daniel 12:2; 1Corintios 15:51-58; 1Tesalonicenses 4:13-18; Filipenses 3:20-21; Mateo 24:31,40-41; Lucas 17:31-37; Juan 5:25-26; Apocalipsis 14:14-16.)

Las Siete Copas o Siete Plagas Postreras de la Ira de Dios, y la Cena de las Bodas del Cordero

Jesucristo vendrá como ladrón asaltando en plena noche por sorpresa para destruir repentinamente a todos los hijos de las tinieblas (1Tesalonicenses 5:2-3). Su aparición marcará el comienzo de la gran Ira de Dios sobre los seguidores del diablo, los cuales no escaparán del justo juicio, castigo y aniquilación del Cordero, al derramar Éste las Siete Plagas Postreras o ‘las Siete Copas de la Ira de Dios’, que aparentemente durarán alrededor de dos meses y medio (Daniel 12:11-12). Al mismo tiempo, habrá gran conmoción y regocijo en el Cielo, donde todos los ángeles y los santos creyentes se alegrarán y se reunirán con el Rey y Señor Jesús para celebrar la gran Cena de las Bodas del Cordero. Ésta va a ser la celebración más grande que Jesucristo va a celebrar en el Cielo con su Esposa: todos sus santos fieles seguidores que dieron sus vidas por Él y el Evangelio, y que se vistieron de lino fino, limpio y resplandeciente, como señal de justicia. (Ver Apocalipsis 6:12-17; 14:17-20; 15 y 16; 2Pedro 3:10; Mateo 26:26-29; Lucas 22:14-20; Apocalipsis 19:5-9.)

La batalla de Armagedón: el Anticristo y el Falso Profeta son lanzados al Lago de Fuego y Azufre

Cuando la Sexta y la Séptima Copa de la Ira se derramen, entonces va acontecer lo que la visión profética describe como: ‘la Cena del Gran Dios’ (Apocalipsis 19:17). En ese momento, el Rey Jesús, en un caballo blanco, y todos Sus santos —también en caballos blancos y vestidos de lino fino, blanco y limpio—, aquellos que Dios ha llamado y elegido y son fieles, van a destruir masivamente y aniquilar totalmente a los malvados que habían recibido la Marca de la Bestia, los cuales se habían reunido en un lugar llamado Armagedón para combatir al Señor y Sus tropas (Apocalipsis 16:13-16). El Anticristo y el Falso Profeta serán entonces apresados, ridiculizados y lanzados vivos dentro de un lago de luego ardiendo con azufre. (Ver Apocalipsis 16:12-21; 17:14; 19:11-21; Daniel 7:11-12; Salmos 110; Isaías 2:10-21; 13:1—14:27; Joel 3:9-21; Zacarías 14:3-15; Malaquías 4:1-3.)

El encarcelamiento del Diablo, el reinado del Rey Jesús en la Tierra, y el Tribunal de Cristo

Seguidamente, el Diablo será atado y arrojado al abismo por mil años; y el Rey Señor Jesús establecerá de una vez para siempre Su Reino de amor verdadero, paz duradera y justicia divina sobre la Tierra. Y los santos y siervos fieles de Dios, que dieron sus vidas por el Señor y Su Palabra, serán reconfortados y pastoreados por Él eternamente.

Jesucristo va a establecer entonces su tribunal para juzgarnos conforme a las obras que hemos hecho en vida, para recompensarnos por las obras buenas y para retribuirnos por las obras malas unos para vida eterna y otros para vergüenza y confusión perpetua (Daniel 12:2).

Con sus cuerpos glorificados, los santos juzgarán sobre tronos con el Juez Jesús en Su Tribunal, y por mil años reinarán con Él —el Rey de reyes y Señor de señores (Apocalipsis 19:16)— sobre los habitantes de la Tierra que no se habían sometido al gobierno del Anticristo y que sobrevivieron la gran tribulación.

(Ver Judas 14-15; Daniel 12:2-3; Apocalipsis 5:9-10; 20:1-6; Juan 5:28-29; Mateo 13:41-43,49-50; 16:24-28; 19:27-30; 25:31-46; Marcos 8:34-38; Lucas 9:23-27; 14:12-14; 19:11-27; 22:28-30; Romanos 2:1-16; 14:10-13; 1Corintios 4:5; 6:2; 2Corintios 5:10; 2Pedro 3:7; Judas 14-15; Salmo 9, 96 y 98; Zacarías 14:16-21.)

La rebelión de Gog y Magog: el Diablo es lanzado al Lago de Fuego y Azufre

Al final de los mil años de reinado de Jesucristo, el Diablo será soltado por un tiempo, y éste engañará a muchos moradores, para que estos se rebelen, batallen y rodeen el campamento de los santos de Dios, iniciándose así la batalla de Gog y Magog. Pero Dios va hacer decender fuego del cielo para consumirlos a todos los malvados, y el Diablo va a ser inmediatamente lanzado al lago de fuego y azufre, donde estaban también siendo atormentados el Anticristo y el Falso Profeta, para ser consecuentemente castigado y consumido día y noche. (Ver Ezequiel 38 y 39; Apocalipsis 20:7-10; 2Pedro 3:12.)

El Juicio Final del Gran Trono Blanco de Dios y de Jesucristo

Seguidamente se va a proceder al Juicio Final del Gran Trono Blanco, donde los grandes Jueces, el Señor Dios Todopoderoso y el Señor Jesucristo, van a abrir los libros y también el libro de la vida, después de despertar y resucitar todos los muertos de todas las épocas —la segunda resurrección—, para que sean juzgados según las obras buenas o malas que realizaron cuando vivían. El Infierno y la Muerte, y todo aquél que no estaba escrito en el Libro de la Vida, fueron lanzados al Lago de Fuego —que es la muerte segunda— para siempre. (Ver Apocalipsis 20:11-15; Daniel 7:9-10; 12:2-3.)

Jesucristo entrega el Reino al Dios Todopoderoso, el cual crea un Nuevo Cielo y una Nueva Tierra

Después de haber puesto a todos Su enemigos debajo de Sus pies —incluyendo al Infierno y la Muerte—, el Rey y Señor Jesús va a entregar el Reino de vuelta a Su Padre, el Señor Dios Todopoderoso, y se someterá en señal de reverencia a Él para que Dios sea para siempre todo en todos. (Ver Daniel 7:13-14; 1Corintios 15:24-28.)

Seguidamente Dios hará nuevas todas las cosas, y creará entonces un Nuevo Cielo y una Nueva Tierra para que Él pueda habitar en medio de Su pueblo —la Ciudad Santa, la Nueva Jerusalén, el Tabernáculo de Dios con los Hombres (Apocalipsis 21:2-3); la Familia de Dios, el Templo Santo en el Señor (Efesios 2:11-22); la Familia de la Fe, el Israel de Dios (Gálatas 6:7-16); el Monte de Sión, la Ciudad del Dios Vivo, la Jerusalén Celestial (Hebreos 12:18-24)—, a fin de amar y disfrutar apasionadamente de todos Sus santos hijos por toda la eternidad, al lado de Jesucristo el Cordero de Dios, y de Sus santos ángeles. (Ver 2Pedro 3:13-14; Apocalipsis 21:1—22:5.)

Preparación para encarar la Gran Tribulación venidera

El Señor nos recuerda en Su Palabra repetidas veces que debemos velar y orar sin cesar en el Espíritu Santo, y escudriñar la Biblia y recibir la verdad de la Palabra de Dios para que podamos seguir firmes en la fe hasta la venida de nuestro Señor Jesús. Debemos estar despiertos y vivir separados de este mundo y del pecado, para que no caigamos en la trampa del diablo y el engaño de las riquezas materiales y de la mentalidad carnal, que nos acecha en todo momento. Tenemos que darnos cuenta de la gravedad de los tiempos actuales en que vivimos, a fin de arrepentirnos y acercarnos verdaderamente al Señor para que no nos agarre desprevenidos, y nos guarde y proteja de la hora de prueba y gran tribulación que ha de venir sobre el mundo entero, y que está ya al caer. (Ver 1Tesalonicenses 5; Efesios 6:10-18; Judas 20-21; 2Tesalonicenses 2:13-17; 1:3-12; 2Pedro 3:1-14; Mateo 24:32-39,42-51; 25; Marcos 13:28-37; Lucas 12:35-48; 14:15-24; 19:11-27; 21:28-36; Apocalipsis 3:3,10-11; 16:15; 22:10-17.)

Sobretodo, debemos orar fervorosamente que Dios nos siga dando la gracia para negarnos a nosotros mismos, nos llene con Su poder, y nos dé el denuedo para confesar y manifestar a Su Hijo Jesucristo a toda persona a nuestro alrededor, en todo momento y lugar, y la paciencia para padecer persecución por ello. Si así hacemos, podremos obtener finalmente la corona de justicia y de vida eterna que el Señor obsequiará a los que obedezcan la sana doctrina del Evangelio, en su totalidad, hasta el mismo momento de Su venida. (Ver Marcos 8:34-38; Lucas 12:1-12; Romanos 10:6-18; 1Juan 4:14-15; Apocalipsis 12:11; 2:10; 3:11; 2Timoteo 4:8; Santiago 1:12; 1Pedro 5:4; 4:12-19; Hebreos 5:7-9.)